CREAR NUESTRO FUTURO | |
Habitualmente la innovación es el puente que nos transporta del mundo del ayer al del mañana y su práctica nos impide caer en la locura de hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes. El mañana es una oportunidad.
La visión convencional de la innovación, entendida como el desarrollo de producto o la mejora de procesos, no es suficiente. Para innovar de verdad, hay que cambiar radicalmente las expectativas y para ello hay que reflexionar sobre las metas, objetivos y acciones que debemos tomar hoy para alcanzar lo que nos hemos marcado para el futuro.
Pero el mañana tendemos a recrearlo basandonos en nuestras expectativas que se apoyan en las tendencias percibidas que de forma lineal proyectamos hacia el futuro. No obstante, la historia está hecha de discontinuidades, de tendencias rotas por lo inesperado e incongruente. Todos recordamos como el pobre Coyote, en su loca persecución de Correcaminos, en un momento determinado queda suspendido en el aire y a continuación se desploma en el precipicio, seguido de un característico catacrack.
Desde que en octubre de 1970 el Estado Español firmó el Acuerdo Económico Preferencial con la CEE, España ha corrido sin freno para integrarse en Europa. El Crack actual evoca al del pobre Coyote despeñándose por el desfiladero. Vivimos un momento en el que la sociedad española ha dicho adiós al consumo y el préstamo fácil e intenta corregir las consecuencias del despilfarro y lo superfluo. Se puede decir que vivimos nuestra Noche económica del Alma.
La desorientación de las instituciones y los agentes sociales nos dejan huérfanos. Los sectores se desmoronan, las empresas cierran o reducen su estructura y el tamaño de la bolsa del desempleo cada vez es mayor.
¿Cómo se empieza y nos olvidamos del pasado?
Stephan Sweig, Joseph Schumpeter y Peter Drucker fueron tres austríacos que vieron como se desvanecía su país, un drama que ha sucedido más veces y deberíamos impedir que nos pase a nosotros.
Sweig relata en su biografía "El Mundo de ayer" la desaparición de su país y de su querida Europa. Schumpeter reflexionó sobre la destrucción creativa y el papel del empresario innovador. Drucker, en cambio, percibió el enorme poder que iba a desempeñar la Gran Corporación en la sociedad del futuro, así como el surgimiento de la gestión profesional de las organizaciones, lo que acabó convirtiéndole en el fundador de la ciencia del management.
Mientras que Sweig y Schumpeter miraban al ayer, Drucker, casi 30 años más joven que sus paisanos, abogó por olvidarse del pasado y dedicarse a la creación del mañana.
Sin embargo, lo paradójico para quien haya leído a Drucker es que su memoria la tiene bien fresca y en ningún momento olvida la historia. En realidad no nos aconseja que olvidemos sino que nos previene que el pasado o el presente no tienen por qué perpetuarse en el futuro. Una gran enseñanza que nos permite relativizar los estragos de la crisis económica actual y los excesos vividos por la sociedad española durante las últimas décadas que dificilmente se podrán perpetuar en el futuro.
Si descartamos la segregación de nuestro país de la Unión Europea y de su Zona Monetaria, para crear nuestro futuro debemos establecer unas metas y objetivos acordes con nuestra pertenencia a la misma. Debemos conocer las reglas europeas y aprender a jugar bien en un entorno competitivo y muy innovador, mercados laborales con gente muy preparada y corporaciones bien gestionadas que dominan los mercados industriales y la distribución comercial, tal y como Drucker había previsto.
Si queremos crear nuestro futuro deberemos reflexionar sobre la estrategia y la escala, así como los efectos de "la mano visible" que es la gran organización omnipresente y dominadora de los mercados mundiales. La Globalización y sus resultados disruptivos han puesto contra las cuerdas a los estados nacionales que permanecen impotentes ante la desaparición de los distritos industriales y clusters empresariales más característicos. Por ello son tan interesantes las iniciativas surgidas en paises desarrollados reivindicadoras de la importancia de la economía local y la creación de sistemas resilientes y ecosistemas monetarios (Bernard Lietaer).
Para el empresario la lucha es ardua. Se le exige internacionalizarse y hacer valer sus derechos en mercados oligopolísticos dominados por los luchadores de sumo japoneses (keiretsu), coreanos (chaebol) y las grandes corporaciones chinas, europeas y norteamericanas.
Sin embargo, el mañana es una oportunidad para las sociedades que sepan crear entornos en los que al pequeño empresario se le permita vivir y crear riqueza. Algunos ejemplos que me gustan particularmente son denominados LETS (Local Employment Trade System) y C3 (Complementary Currency Circuit) que han sido plasmados en la vida real con experiencias ejemplares como el WIR (Suiza), la Libra de Bristol (Inglaterra), el Sol-Violette deToulousse (Francia), el Napo de la ciudad de Nápoles (Italia), el Chiemgauer de Baviera (Alemania) y las Ithaca Hours (EE.UU.).
Drucker, que probablemente conocia bien la experiencia pionera del pueblo austríaco de Wörgl (1932), se sentiría orgulloso al ver cómo los promotores de estas iniciativas mencionadas, han sabido reflexionar sobre las siete fuentes de la innovación expuestas en su libro titulado "La innovación y el empresario innovador" hasta convertirse en una pléyade de estrellas que podríamos visionar como si fueran la constelación de la Osa Menor, y en donde la Polar fuera cualquiera de los aguerridos emprendedores sociales que han sabido crear experiencias innovadoras que nos pueden inspirar y servir de guía en la noche obscura de la crisis que nos ha tocado vivir.